En el interior de la mina se utilizaban caballos de poca alzada para la tracción de las vagonetas en las cuales se transportaba el carbón hasta los ascensores que las elevaban hasta la superficie.
Los caballos, en el interior de la mina, eran mantenidos en pesebreras. Ellos, que tanto ayudaban en sus faenas a los operarios, eran objeto de esmerados cuidados y era fama en la época que caballo minero equivalía a decir caballo gordo y bien tenido. Se les bajaba alfalfa y comían y bebían. Pero, algunas veces, como los hombres, morían destrozados.
Una vez al año, los caballos tenían sus vacaciones. Se los subía a la superficie para el año nuevo, teniendo la precaución de sacarlos de noche. Después quedaban en una caballeriza en la que les iba dando lentamente la luz del sol, hasta que se acostumbraban.
Las vacaciones de los caballos, duraban de seis a ocho días. Luego regresaban a las entrañas de la tierra, para seguir ayudando al hombre. Y como la primera vez que los bajaron, descendían amarrados con gran terror, después se iban acostumbrando a la oscuridad. Con el tiempo se orientaban y adaptaban, como los ciegos